¿Eres contador, ingeniero, diseñador gráfico, escritor o desempeñas cualquier otra actividad que requiera habilidades mentales y conocimientos especializados? Pues agárrate. Si estás empleado en algún despacho u oficina, cualquier día te pueden dar las gracias y mandarte a volar. (Pero no por Aerolíneas del Bienestar) ya que tu trabajo podría ser realizado por una plataforma de inteligencia artificial de manera mucho más rápida, con mejor calidad y por unos pocos centavos.
La inteligencia artificial no es un tema de películas o libros de ciencia ficción, es una realidad presente entre nosotros y cada día está cambiando el rostro de nuestra vida cotidiana.
Por curiosidad, estos días de asueto he estado jugando con la plataforma digital, https://chat.openai.com/chat mejor conocida como Chat GPT, y la verdad es que es una maravilla. Los invito a probarla, es muy fácil acceder a ella.
Si bien me sorprendieron muchas de sus capacidades para organizar documentos, redactar textos y responder preguntas de todo tipo, también me decepcionó cuando le pedí que me hiciera un resumen de todas las posturas del Kama Sutra y diseñara otras nuevas. Casi le da un infarto a la plataforma de inteligencia artificial, y poquito le faltó para que me bloqueara. Me dijo en palabras muy técnicas que no estaba diseñada para responder cochinadas. Lo más que pude obtener por respuesta fue una historia del libro y me mandó a que le preguntara a Google sobre nuevas posturas.
También la puse a prueba sobre sus conocimientos literatura y le pregunté de el libro de Gabriel García Márquez, El amor en los tiempos del cólera. Pero de nuevo, me decepcionó. Hizo un revoltijo de personajes sin pies ni cabeza que no tuve más remedio que regañarla y pedirle que si no sabía de algo, mejor no opinara. Una vez más se disculpó y aceptó sus fallas y errores. Me aclaró que sus programadores todavía estaban en etapa de ajustes y precisiones.
Aprovechando que con esta plataforma se puede escribir cualquier artículo que uno quiera, pensé que podría pedirle a la plataforma que escribiera un editorial por mí -y dije, de aquí mero soy-. Y siguiendo el ejemplo de la ministra de la corte Yazmin Esquivel, pues nomás a copiar y pegar y listo. Pero resultó que lo que escribió parecía más bien un instructivo para reparar lavadoras. Cuando intenté meterle mano- al texto- se indignó tanto que me acusó de usar expresiones cargadas de sexismo, racismo, clasismo, machismo y otros ismos. Le faltó nomás el Istmo de Tehuantepec. Pero la cosa no paró ahí. Como no le gustan las malas palabras, menos el albur y las frases con doble sentido se puso a censurar mis más exquisitas expresiones lumpenescas. Cuando le cuestioné que si entendía algo de sarcasmo su respuesta fue que ella no se anda con esas trivialidades de humano, no genera opiniones, juicios o críticas, pero la verdad es que a me parece que es bastante mojigata prejuiciosa. Al fin y al cabo, lo que sabe es lo que le dicen los humanos que la programan.
Fue entonces cuando me di cuenta de que, aunque la inteligencia artificial es muy avanzada, dudo que pueda superar el ingenio, la malicia y la picardía de los mexicanos.
Así que tranquilos mis valedores. Falta mucho para que estas máquinas nos puedan dejar sin trabajo.
Aunque el peligro real está en que algún político mexicano aprenda a construir plataformas de inteligencia artificial, porque hasta para abrir sesión en la página web nos pedirán un moche o un diezmo, según sea el caso.
Ya ven que está de moda.