Es común escuchar o leer las palabras fármaco y medicamento para referirse a una misma cosa. Estas palabras, sin embargo, implican ciertas diferencias que son importantes considerar. Por ejemplo, se habla de farmacodependencia no demedicamentodependencia, o también se habla de medicamentos genéricos, no de fármacos genéricos.
De acuerdo con la Ley General de Salud (título décimo segundo, capítulo IV, artículo 221) de nuestro país, un fármaco se define como “toda sustancia natural, sintética o biotecnológica que tenga alguna actividad farmacológica y que se identifique por sus propiedades físicas, químicas o acciones biológicas, que no se presente en forma farmacéutica y que reúna condiciones para ser empleada como medicamento o ingrediente de un medicamento”. En este mismo documento, se adjunta la definición de medicamento: toda substancia o mezcla de substancias de origen natural o sintético que tenga efecto terapéutico, preventivo o rehabilitatorio, que se presente en forma farmacéutica y se identifique como tal por su actividad farmacológica, características físicas, químicas y biológicas. Cuando un producto contenga nutrimentos, será considerado como medicamento, siempre que se trate de un preparado que contenga de manera individual o asociada: vitaminas, minerales, electrolitos, aminoácidos o ácidos grasos, en concentraciones superiores a las de los alimentos naturales y además se presente en alguna forma farmacéutica definida y la indicación de uso contemple efectos terapéuticos, preventivos o rehabilitatorios”.
A partir de estas definiciones se pueden distinguir algunos términos que resulta conveniente explicar para un mejor entendimiento.
Las substancias de origen natural, como su nombre lo indica, son aquellas que se pueden encontrar en la naturaleza. La principal fuente es el reino vegetal, siendo utilizadas cualquiera de las partes de una planta (raíz, tallo, corteza, hojas).
Las derivadas de origen sintético son las que se obtienen de procesos de síntesis y estabilidad química, y finalmente las de origen biotecnológico son substancias obtenidas a partir de técnicas de biotecnología, el principal ejemplo de esta clase de fármacos son los anticuerpos.
La actividad farmacológica se refiere a la capacidad que posee un fármaco para producir modificaciones sobre algún órgano o sistema fisiológico y de esta manera provocar su(s) efecto(s). Esto es ampliamente aprovechado para la prevención, control, cura o diagnóstico de las enfermedades. Un aspecto importante a considerar es que un fármaco no asigna nuevas funciones a las células del organismo, sino simplemente actúa disminuyendo o aumentando temporalmente la actividad que posee.
Por otra parte, una forma o formulación farmacéutica se refiere a las distintas presentaciones en las que se puede encontrar contenido un fármaco. Por ejemplo: jarabe, suspensión, tableta, inyectable, supositorio, óvulo, gas, pomada, gel, parche, gotas, etc. Algunos fármacos pueden encontrarse en más de una forma farmacéutica. Por ejemplo el diclofenaco que es un fármaco analgésico y antiinflamatorio se puede encontrar en cuando menos seis formas farmacéuticas: tableta, suspensión, inyectable, gel, parche así como en gotas para los ojos. La cantidad de formas farmacéuticas en las que se encuentre un fármaco y la elección de su vía de administración va a depender de tres principales aspectos: las características fisicoquímicas del fármaco (tamaño de partícula, solubilidad, etc.), la fisiología del sitio de administración (sitio por donde ingresa el fármaco en el organismo: oral, intramuscular, intravenoso, etc.) y las características del paciente (edad, padecimiento, etc.). En función de estos aspectos es como se lleva a cabo el diseño de medicamentos. De tal forma, una vez que se sabe que cierta substancia tiene una considerable actividad farmacológica se diseña una formulación farmacéutica que sea lo suficientemente adecuada para contener y liberar el fármaco una vez en el organismo. Este es el principal objetivo del diseño de medicamentos. Para ello, además del fármaco o los fármacos, la forma farmacéutica contiene substancias comúnmente inocuas llamadas excipientes, las cuales van a facilitar el proceso de liberación del fármaco en cierta cantidad y velocidad adecuada.
Se podría decir entonces que un medicamento simula un vehículo diseñado especialmente para contener al fármaco desde que es producido en un laboratorio y facilite su transporte de manera segura y efectiva a un sitio adecuado del organismo que permita su liberación. A partir de ahí, los procesos que lleva a cabo de manera cotidiana el organismo humano se encargarán de lo más importante: que el fármaco llegue hasta donde tiene que llegar para que logre ejercer su actividad farmacológica y después sea eliminado del mismo organismo por alguna vía de excreción como puede ser a través de la orina y de las heces. Los excipientes, al ser generalmente inocuos, no producirán algún efecto, sin embargo si serán eliminados. Existirán situaciones en las que el uso de medicamentos es sobre un sitio específico del organismo. Bajo estas condiciones no es necesario que el fármaco circule en todo el cuerpo, ejemplos de este tipo de medicamentos son los antiácidos y algunas pomadas.
Para concluir, es necesario mencionar que los medicamentos se identifican con el nombre genérico del fármaco, es decir, el nombre de la substancia con actividad farmacológica. De esta manera es recomendable, hasta donde sea posible, que los médicos elaboren sus recetas utilizando dicho nombre y evitar utilizar el nombre comercial del fabricante del medicamento asignado como su marca. Así mismo, se recomienda también que los empleados de farmacias indiquen al comprador las alternativas de medicamentos genéricos que tienen en venta para el fármaco (en la forma farmacéutica que ha sido recetado), y no señalar únicamente una determinada marca de medicamento.