La ciudad ya no da para más. No tenemos las condiciones geográficas ni de servicios para seguirnos desparramando, que no es lo mismo que crecer con orden y armonía.
Estamos viviendo en una ciudad de locos, con vialidades atascadas de vehículos a todas horas, sin vivienda digna para los trabajadores de la hotelería y los servicios, careciendo la ciudad de suficiente agua y un drenaje adecuado.
Hasta algunos cerros los pretenden tapizar de hoteles y viviendas.
Es un despropósito continuar con esta anarquía urbana. En el área de El Tezal y otros lugares de la geografía cabeña, existe una carrera desaforada entre los desarrolladores inmobiliarios para taparse la vista al mar unos a otros, en perjuicio de los propietarios de casas y condominios que compran ilusionados una propiedad que les ofrecen con una bella vista, la que al poco tiempo ven obstaculizada por un nuevo proyecto, justo frente a su terraza. Y sobra decir que dicho nuevo proyecto correrá la misma suerte cuando alguien más construya delante de aquel.
Esta insana forma de crecer está poniendo en una encrucijada al destino en su conjunto. Lejos de buscar soluciones armónicas e integrales para el crecimiento de esta ciudad, muchos desarrolladores residenciales y hoteleros optan por la línea de la menor resistencia endulzándole el oído a regidores y autoridades para que les permitan modificaciones al Plan de Desarrollo Urbano o que simplemente se hagan de la vista gorda cuando se trasgrede la ley.
Las consecuencias de estos actos irregulares, por decir lo menos, en muchos casos se traducen en severas afectaciones a derechos de terceros o atentados al medio ambiente.
Deberíamos tomar ejemplo de los italianos, quienes desde hace unos años decidieron ponerle tope a la afluencia turística en cuatro de sus más visitados destinos turísticos; Venecia, Cinque Terre en Liguria, Taormina y Capri.
El Ministerio de Cultura y Turismo de aquel país, se propuso instalar controles para reducir la cantidad de turistas que cada día puedan ingresar a Venecia, en este caso se pusieron tornos en los cinco accesos a la ciudad que se bloquean automáticamente cuando se alcanza cierto número de visitantes.
“Asimismo, se ha llegado a prohibir por algunos años la apertura de negocios de comida rápida a pie de calle, ya sean de pizza, pasta o kebab -solo se salvan las heladerías-, a fin de preservar el alma de la ciudad, declaró el presidente de la región del Véneto, Luca Zaia”
En Cinque Terre, al norte de Italia, se optó por controlar el acceso a la ciudad y solo se permiten 5 000 turistas por día, para ello se instalaron sensores que calculan la cantidad de visitantes que pueden caminar por sus senderos y a partir de ahí no se da el paso a nadie más, precisa el director de su parque nacional, Patrizio Scarpellini.
Medidas similares se han aplicado en Taormina y Capri.
Estos son solo algunos casos de cómo en Italia se trata de regular el turismo para evitar que se dañen los destinos turísticos.
En Los Cabos ya es hora de que empecemos a tomar medidas para que no se continúe degradando nuestra ciudad. Se debe poner límite a la construcción de hoteles y residencias turísticas hasta que se resuelvan problemas graves de infraestructura urbana.
De lo contrario dejaremos de tener ese atractivo de ciudad tranquila y apacible que tanto gusta a nuestros visitantes.
No solo se trata de vender y vender, también hay que conservar.