Paraíso en vías de extinción

A consecuencia de nuestra insensatez alimentada por la codicia, nos ha caído una maldición. El crecimiento caótico. Estamos pagando muy caro nuestras ansias desmedidas por crecer más rápido, ir más lejos, ganar más gastando menos.

Devoramos todo a nuestro paso como esa plaga de langostas bíblicas que asoló a los egipcios de los tiempos faraónicos. Humedales, esteros, áreas naturales protegidas, todo es arrasado con el pretexto de que es progreso.

Así vivimos hoy en el municipio de Los Cabos.

Pero parece que no nos basta todo el daño que ya le hemos causado a esta tierra, que no hace mucho parecía un paraíso. Estamos sedientos de ganancias.

¿Qué nos importa pasar sobre leyes, reglamentos, conciencias y derechos?

El dinero y el lucro mandan. Aún a costa de que se logren a partir del atropello burdo y descarado a la naturaleza. Todo se vale, todo se permite.

Para ejemplo, dos casos recientes, que laceran a la comunidad.

El Cerro de la Z. Si, con mayúsculas. Uno de los muy pocos espacios que le pertenecen a la comunidad, lugar tradicional que utilizan las familias para caminar y hacer ejercicio, un mirador apacible y natural uno de los pocos que quedan.

Ahora, violando el Plan de Desarrollo Urbano, (PDU) que tiene prohibido desarrollar cualquier construcción ahí, por tratarse de un cerro, el cabildo cabeño aprueba el cambio de uso de suelo para que sea turístico hotelero.

¿Cuáles pudieron ser esas poderosas razones que llevaron a los regidores a la conclusión de que podían violentar a la comunidad impunemente?

Los cerros además tienen un alto valor paisajístico, el espíritu de pugnar por su conservación se plasma en el PDU donde dice a la letra:

“El presente plan ha considerado que se conserven (los cerros) en su estado natural restringiendo su crecimiento urbano.

Tienen el propósito de conservar las condiciones naturales y paisajísticas existentes, evitando cualquier alteración, eliminación o contaminación”.

Empiezo a sospechar que a las regidoras y regidores que votaron a favor de autorizar este cambio de uso de suelo, el PDU, solo les sirvió de papel sanitario.

¿Por qué no se atreven a llamar a una consulta popular para que sea la comunidad la que decida esto?

El otro caso patético que evidencia la falta de respeto a la legalidad en nuestro municipio se da en La Ribera, donde el proyecto, turístico hotelero Costa Palmas, va de atropello en atropello a la comunidad. Para empezar, han construido su proyecto en una playa que es área de anidación de tortugas y su maquinaria pesada opera sin ningún cuidado o restricción sobre la playa. No contentos con esto están secando un humedal natural que es hábitat de especies endémicas como la mascarita peninsular, especie protegida, y van por más. Ahora quieren cambiar el curso del arroyo que por miles de años ha corrido libremente en esa zona para ganarle tierra para su campo de golf.

Al parecer a estos depredadores, perdón, quise decir desarrolladores, no hay quien les ponga freno. Trátese de autoridades municipales, estatales o federales.

Ya va siendo hora de que se levanten las voces de la comunidad para frenar tantos abusos, antes de que acabemos con este paraíso en vías de extinción.

¡Comparte!
5 1 vote
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
1 Comment
Inline Feedbacks
View all comments
José Contreras Ruiz
José Contreras Ruiz
9 months ago

El ser humano es asi, busca paraísos y para «poseerlos» les vierte encima concreto, los compra, los urbaniza desordenadamente y ya que están destruidos (como todas las ciudades de donde viene la gente que aqui vive), entonces buscan otro paraíso que destruir. ¿Por que carajos no podemos ser como los canadienses que planean con áreas verdes, respetando zonas con valor ecológico, determinando cuanta gente puede realmente vivir si que haya problemas viales, de agua, etc. antes de dar permisos? La culpa no es solo del gobierno, es de los imbéciles e insaciables desarrolladores.