Precisamente por estas fechas, pero de 1997, llegamos a tierras cabeñas mi mujer y yo con dos niños pequeños. Veníamos de Mexicali, mi ciudad natal. En la cartera yo solo traía siete mil pesos, y un costal lleno de proyectos e ilusiones.
Viendo la pujante actividad económica que se estaba desarrollando aquí, decidí probar suerte vendiendo materiales para la construcción, actividad a la que me había dedicado por muchos años. Antes de eso fui trabajador minero y contratista de la construcción.
Cabo San Lucas entonces tenía treinta y dos mil habitantes, según decía un letrero a la entrada del pueblo, había solo un semáforo y una calle pavimentada.
Con el apoyo de amigos y familiares iniciamos una pequeña distribuidora de poliestireno, material muy solicitado en la construcción de losas de entrepiso y azotea.
Para el pago de la renta del local donde nos instalamos, di un aparato de aire acondicionado y así comenzamos nuestra aventura comercial. Mi empresa se llamaba Poly Cabo, y me dio la oportunidad de relacionarme con constructores y desarrolladores muchos de los cuales hasta hoy siguen siendo clientes y amigos.
En aquellos años no existían los grandes centros comerciales que tenemos ahora. Estaba en construcción Puerto Paraíso. No había tiendas OXXO. -Por cierto, me tocó vender el terreno de la primera tienda de la cadena comercial que se instaló en Cabo San Lucas.
En esos tiempos, éramos una pequeña comunidad, casi nos conocíamos todos los dueños de los negocios, y el dinero que se generaba producto del comercio entre nosotros, aquí se quedaba.
Tuvieron que pasar algunos años para que viéramos la llegada del primer gran supermercado, que fue Soriana, le siguió el CCC, hoy se llama Chedraui, y así una tras otra las grandes cadenas comerciales fueron llegando.
No había Costco, tampoco City Club, el super Arámburo era la tienda más grande que teníamos y había muchas tiendas de abarrotes medianas. Algunas no lograron sobrevivir a la competencia de las grandes, otras por el contrario se adaptaron y salieron fortalecidas.
Muchas cosas han cambiado en estos veinticinco años. Hemos padecido pandemias, huracanes catastróficos, crisis económicas devastadoras, inundaciones, delincuencia de alto impacto, vandalismo, caos urbano y vial, sequias y ahora hasta desabasto de gas y apagones.
Pero también cada vez somos más atractivos para el turismo y los inversionistas que ven nuestro destino como una tierra llena de oportunidades.
Así, poco a poco el rostro de la ciudad ha ido cambiando, la población se ha multiplicado casi seis veces en veinticinco años y con ella los problemas por la falta de servicios, infraestructura urbana y vial.
Muchos añoran el pasado, pero visto ahora con el nivel de comodidades y el acceso a satisfactores materiales de que disponemos me doy por satisfecho con esta bella ciudad.
Claro que falta mucho por hacer, pero para eso debemos aplicarnos en mantener un crecimiento sustentable y cuidar y proteger nuestras riquezas naturales.
Podemos decir que en Los Cabos de hoy predominan los inmigrantes nacionales y extranjeros pero lo más acertado seria afirmar que todos los que hemos decidido quedarnos a vivir aquí somos por antonomasia cabeños.
Pues ahí tienen amigas, amigos una pequeña reseña de lo que ha sido para mí recibir la bendición de mi Dios al ponerme en Cabo San Lucas y haber sido tan bien tratado.
Veinticinco años se dicen fácil.