Llamó mi atención de la marcha convocada ayer por López Obrador, para celebrar su cuarto año de mandato, el incidente, registrado en video, donde se aprecia que un desconocido se aproxima a Marcelo Ebrard, canciller mexicano, y le lanza un escupitajo en pleno rostro.
Podríamos pensar que el asunto es peccata minuta, pero las lecturas en política siempre deben de ser entre líneas. Y como bien dice el refrán, el diablo está en los detalles.
A partir de aquella agresión, surgen una serie de cuestionamientos que hasta el momento de escribir este texto no se han aclarado lo suficiente pero que sin duda comienzan a dibujar en grandes trazos lo que será la lucha fratricida dentro del partido del gobierno por la sucesión presidencial.
¿Se ha identificado plenamente al agresor de Marcelo? ¿Fue una acción espontánea o alguien la ordenó? ¿Habrá alguna consecuencia a este acto?
Con toda seguridad las cosas, en apariencia, se dejarán pasar, pero es evidente que la guerra entre tribus de Morena se va a poner sabrosa.
Según lo que dicen los que, si entienden de estos vericuetos de la política, -yo nomás los veo cual espectador de lucha libre-, el adelantar la sucesión presidencial ha sido uno de los mas grandes yerros de Obrador. Destapar, literalmente, a los precandidatos a la presidencia del país con tanta anticipación, está provocando que se ahonden las diferencias entre la militancia y generando un alto costo en términos de eficiencia administrativa en la mayoría de las dependencias federales y gobiernos estatales y municipales donde gobierna Morena. Esto se está traduciendo en todo el país en una lucha de todos contra todos donde predominan las puñaladas por la espalda, las traiciones abiertas o soterradas, la simulación, el piquete de ojo, la zancadilla y el mal de orín. Todo con el fin de entorpecer a los adversarios dentro de la misma manada para ir posicionando a su “gallo favorito”.
Y mientras ellos se hacen jiras entre sí, los ciudadanos pagamos los platos rotos, pues muchos son los funcionarios públicos que pasan más tiempo conspirando unos contra otros que atendiendo las responsabilidades para las que fueron electos o contratados, según sea el caso.
Estimados y escasos lectores, no se preocupen, todavía se puede poner peor.
Más temprano que tarde, se decidirá quien será el candidato o la candidata de Morena. Yo no estaría tan seguro de que sea Claudia Sheimbaum. En lo personal me parece que a quien López Obrador, va a promover es al secretario de gobernación. Creo que para eso lo trajo de Tabasco.
Algunos dirán que el susodicho no tiene suficiente reconocimiento social, pero si algo hemos aprendido en este pais, es que el dedazo presidencial suple toda carencia que un candidato pueda tener.
¿Cuántos presidentes mexicanos que eran grandes desconocidos han sido electos a base de promoverlos desde la Presidencia de la República?
A López Obrador le encanta tener plan A, B y C, siempre juega al ajedrez político en dos o mas tableros. Es parte de su estrategia para sorprendernos.
Así que vayan poniéndose cómodos en sus asientos porque la lucha libre está por comenzar y habrá de todo, sillazos, patadas voladoras, llaves quebradoras, será máscara contra cabellera a tres caídas sin límite de tiempo y con réferi vendido.