Las crisis son como todos los depredadores, se ensañan con los que se asustan y corren despavoridos.

El vendedor de hot dogs

Hace muchos años había un vendedor de hot dogs instalado justamente en la esquina de Wall Street y Wáter Street, en el distrito financiero de la ciudad de New York. El buen hombre llevaba más de cuarenta años con su puesto ambulante de comida y eso le había permitido, no sin grandes sacrificios, enviar a su único hijo a educarse en la escuela de negocios de la Universidad de Harvard.

Cuando el joven hubo concluido sus estudios universitarios, regresó donde su viejo y lleno de satisfacción y orgullo le dijo en voz muy alta al oído, porque aquel era medio sordo. -padre, tú ya has hecho mucho por mí y me corresponde ahora devolverte parte de lo que me has dado. Mientras me coloco a trabajar en una gran firma corporativa, permíteme hacerme cargo de tu negocio, al fin que todos mis estudios serán de gran valía para que prosperes como nunca lo has soñado. Solo déjame advertirte que los expertos en finanzas pronostican la llegada de una terrible crisis financiera y debemos prepararte para que logres superarla sin problemas.

Te sugiero que hagas ese viaje que tanto has soñado para ver a tu hermano en la costa oeste. Por dinero no te preocupes yo cada semana te enviaré lo suficiente para que estes tranquilo y relajado.

Así lo hizo el anciano y se marchó confiado. ¿Qué podía salir mal si su pequeño puesto de comida quedaba en manos de su hijo que era un recién egresado de la escuela de negocios?

Pasados tres meses el hombre regresó cansado de esperar que su hijo le enviara el dinero cada semana como lo había prometido.

Al llegar encontró su negocio cerrado, y a su hijo en casa sentado en un escritorio, detrás de una montaña de facturas, cartas de cobro, multas y otras tantas cargas administrativas.

En cuanto el joven ve al viejo, le dice, ¡Padre, la crisis nos está hundiendo a pesar de todas las medidas que tomé para evitar que eso sucediera!

¿Pero qué has hecho? -Se lamentó el hombre-

-Pues mira, para poder bajar los costos y aumentar las utilidades y crear un fondo de contingencia para sortear la crisis, subí el precio de los hot dogs, cambié de proveedor de las salchichas por otras más económicas, dejé de comprar el pan en la panadería y lo sustituí por pan de bolsa que nos da mas piezas por el mismo dinero, así mismo para aumentar las ventas contraté los servicios de una empresa de publicidad, pero pese a todos mis esfuerzos los clientes dejaron de venir hasta el punto que ya casi no tenemos y por eso abro el negocio solo a la hora de la comida.

Desconcertado el septuagenario se rascaba la cabeza moviéndola de un lado a otro en señal de desaprobación.

Para justificarse, el atolondrado aprendiz de ejecutivo financiero insiste. Si no hubiera tomado estas medidas de seguro ya estaríamos en bancarrota. ¿Qué no has oído de la crisis financiera?

Muchacho tarugo, le responde el hombre. Este negocio ha sobrevivido a todas las crisis desde la gran depresión de 1929. ¿Y sabes por qué? Por la sencilla razón de que como no oigo bien, no me entero de esas crisis que dices y sigo haciendo lo mismo que he hecho todo este tiempo y que ha funcionado.

La moraleja de esto, queridos y escasos lectores es que no debemos darles tanta importancia a las malas noticias económicas y hacer mejor lo que ya hacemos bien.

Las crisis son como todos los depredadores, se ensañan con los que se asustan y corren despavoridos.

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