Muchísimos años tuvieron que pasar para que un funcionario me convenciera a trabajar en la administración estatal en el ámbito de los municipios.
Fue en el trienio de José Manuel Rojas Aguilar (1996-1999) en el municipio de Mulegé, cuando le acepté colaborar en la Dirección de Bienestar Social y Cultura. Nos encontramos en las inmediaciones del palacio estatal, me abordó y me invitó a colaborar en su gobierno. Le ofrezco la Dirección de Bienestar y Cultura para que ponga en práctica las ideas que siempre ha manejado en relación a la sociedad, la cultura y la democracia. Le ofrezco todo el apoyo para que trabaje en plena libertad en sus proyectos, me dijo.
No respondí y le dije que lo comentaría en mi casa con la familia.
Otro día nos vimos y acepté.
Al iniciar el trienio presenté un programa de trabajo contemplando una estructura para vincular las delegaciones y pueblos de la municipalidad.
Recorrí todo el municipio nombrando coordinadores de cultura. comprometí buscar un local para la Casa de la Cultura. Solamente las había en Mulegé y Guerrero Negro; les ofrecí todo el apoyo para “llenar de vida” los locales y entregarles una compensación mensual. Me comprometí de tal forma ya que el alcalde me había dicho que respaldaba mi plan de trabajo. En todas las delegaciones argumenté que Santa Rosalía no era el municipio, y, por lo tanto, desarrollaríamos actividades por todas partes. Que las delegaciones participarían en certámenes de poesía y creación literaria canto, deporte. Que cuando menos cada semestre concentraríamos contingentes en Cachanía y las delegaciones.
Muy luego el alcalde olvidó el compromiso y me hizo aparecer como mentiroso. Ni un mes siquiera les pagó a los coordinadores y todo el proyecto se derrumbó.
Realizamos dos concursos estatales de literatura, uno municipal y solamente participamos en las fiestas tradicionales de las delegaciones y Santa Rosalía.
Y es que la cultura no acarrea votos y se necesita mucha intención política para destinar recursos económicos para un plan como el que presenté al alcalde. La Dirección solamente fue la oficina donde se confeccionaban mamparas, se colocaban sillas y “tenía al pie de cañón” los micrófonos y las invitaciones… nada más…
Aguanté dos años y al siguiente trienio repetí con el compañero Pelón Garayzar. Ya no recorrí el municipio.
Luego me vine a trabajar en la administración estatal de Leonel Cota Montaño. Me asignó al Dirección del Patronato del Estudiante Sudcaliforniano. Organizamos y realizamos el Sorteo Anual del Patronato con una utilidad de ¡cuatro millones de pesos! Nadie podía creer tal utilidad.
Y pretendí realizar el mismo proyecto de Santa Rosalía, pero con becarios. Recuerdo que la primera escuela secundaria que visité fue la pesquera, rumbo a Pichilingue. Dije lo mismo que en Cachanía; que llenaríamos las canchas de becarios de todo el estado. El director era el compañero Montoya –no recuerdo su nombre- de Santa Rosalía. Al tomar la palabra les dijo que me conocía y que cumpliría la promesa allí empeñada. Luego fui a ver a Leonel Cota. Le dije que compraríamos un autobús para recorrer todo el estado realizando mil actividades con los becarios: intercambios deportivos y culturales. Me escuchó y al final me dijo: “no puedes desarrollar esas actividades porque interfieren con el programa del Instituto de la Juventud” … pero si no hacen nada, le contesté.
Definitivamente me prohibió lo del autobús y las actividades con becarios. raudel_tartaro@hotmail.com
PASEMOS EL RUBICÓN: Todavía insistí: Leonel: los estudiantes solamente saben que reciben una beca mensual; no conocen el local mucho menos su esencia; no saben que respira y siente, que es un ente que necesita de la participación de los becarios; con mi proyecto recobraríamos el sentimiento social y filosófico de ese edificio que llaman “patronato”. Cuántos becarios se dan de baja y no terminan sus estudios; es dinero tirado a la basura; son muchos estudiantes cada año… con el proyecto que te presento esa realidad cambiaría radicalmente…no lo convencí.
Los proyectos de los “segundones” no interesan al jefe; solamente lo que él programa. Nadie le puede robar el espejo.
Pretendí que los becados que terminaban una carrera respondieran comprometiéndose a otorgar una beca mensual. Diseñé una invitación para que se entregara cada vez que llegaban por su beca… ¡nunca nadie respondió!
No sé cuáles sean las condiciones actuales del patronato. Me imagino que sigue siendo un ente muerto, y ahora más que antes ya que se cobra la beca por el banco. Ni siquiera saben dónde está. Alea Jacta Est. 16-03-20. Miembro de ESAC