Padecemos de una promiscuidad política decepcionante

Día 1 de julio. Voten por quien les dé la gana

Si ustedes me preguntaran hoy, domingo 25 de junio, quien creo que será el bueno en estas elecciones para la presidencia de la república, lo único que les puedo decir es que no sé, y esto de por sí a algunos nos genera ciertas inconveniencias sociales.

El problema de no expresar públicamente una preferencia electoral en unas elecciones tan ríspidas como las actuales, es que se ha convertido en una especie de defecto moral, algo así como ser travesti, o aficionado a comer carne de ballena, que para el caso da la mismo. Ambas acciones no son bien aceptadas en nuestra cultura.

El alto numero de personas que se catalogan como indecisas, tiene su explicación por lo confusas que siguen siendo las ofertas de los diferentes partidos políticos, los aspirantes a gobernar no terminan de convencer a un amplio sector del electorado.

Padecemos de una promiscuidad política decepcionante, los militantes de un partido emigran al otro sin escalas, un ala de la izquierda, PRD, MC, se alía a la derecha, PAN, para ir a combatir a sus antiguos compañeros de partido, ahora convertidos en MORENA. Otro sector del mismo Acción Nacional se rebela contra su candidato, Ricardo Anaya, y llaman a la población a votar por el candidato del PRI, José Meade, quien jura a su vez no pertenecer a ese partido, pero se asemeja a un mayordomo inglés, disciplinado, obediente y leal a sus patrones, a los que ni siquiera se atreve a verlos a los ojos para señalarles sus errores. El autoproclamado salvador de México y líder en las encuestas, López Obrador, teje extrañas alianzas con empresarios muy cuestionados en el pasado como Salinas Pliego en tanto se rodea de ex priistas de muy dudosa reputación y termina en una formula electoral inexplicable con el partido de la derecha evangelizadora, Partido Encuentro Social, PES y con el cadáver resucitado por el INE, Partido del Trabajo, PT.

Y todavía hay quienes se preguntan por qué sigue habiendo gente indecisa estando tan claro el panorama electoral. ¿Excuse me? Ciertos personajes muy airados me dicen que esta elección se trata de honestidad contra corrupción, el futuro contra el pasado, la dignidad contra la ignominia, y yo estoy de acuerdo con todo eso, nada mas que me expliquen quien representa a qué lado en todo esto.

Y para colmo de males, tanto Anaya como Meade, queriendo aventajar a López Obrador, se lanzaron a acusarlo de populista, haciendo ofertas mas populistas que las del Peje. Como dijera el maestro Derbez, en su programa televisivo, Derbez en cuando, “Que alguien me explique”.

Para nuestra fortuna en solamente 7 días más, espero, ya sabremos quien se sentará a gobernar el país.

Cabe insistir en algo que mis amigos morenistas, los pocos que me quedan y que no me han acusado de ser prianista, deben terminar de entender y es que las encuestas no definen la elección. Según diferentes agencias encuestadoras, 1 de cada 2 entrevistados no responde cuando se le pide su opinión y me incluyo en ese grupo. Esto es una enorme cantidad de personas que están en una zona totalmente desconocida, de las que no se sabe absolutamente nada, no se puede asegurar que son indecisos, o ya tienen definido su voto, tampoco se puede asegurar que quien contestó la encuesta, realmente acuda a votar el día de la elección y mucho menos que muchos cientos de miles no acabaran vendiendo su voto al mejor postor.

Así que apenas el día 2 de julio, durante el desayuno ya estaremos hablando de como resultó este ejercicio democrático del 2018.

Tampoco mis amigos panistas deberían estar tan confiados en que el PRI, no hará uso de su poderosa y bien aceitada maquinaria capaz de revertir la tendencia electoral ¿ya se olvidaron tan pronto de la elección del Estado de México?

Queridos y escasos lectores. Acudan a votar este 1 de julio, inviten a sus amigos y familiares a hacer lo mismo y respeten su voluntad, no presionen ni condicionen a otros a votar por tal o cual candidato; el voto es libre, personal, secreto y un acto de civilidad.

Si no queda su candidato esta vez como ganador, no se apuren, en seis años habrá otra vez elecciones y en tres años también. Dejen a sus parejas votar por quien les de la gana, hagan lo mismo con sus hijos, sus empleados o compañeros de escuela o de trabajo. Y si alguien los quiere presionar para votar por algún partido, voten, por el contrario, para que se les quite la maña de quererlos controlar.

Nomás eso nos faltaba que no tengamos libertad de hacer algo tan íntimo y personal como elegir a nuestros gobernantes.

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