La campaña no le va pintando bien a Ricardito

Los fantasmas de Anaya

Pues con la novedad que las esperadas conferencias mañaneras con las que pensaba alegrarnos el día Ricardo Anaya Cortés, candidato por parte del muégano, PAN, PRD, MC, anexos, conexos y puntos circunvecinos, fueron suspendidas, temporal o definitivamente, quien sabe. Pero haiga sido como haiga sido, se vio muy mal que lo hiciera así el siempre sonriente Ricky Anaya. No le duró creo que ni dos meses siquiera el gusto. Y eso no le ayuda a su causa porque su acérrimo contrincante y némesis, el Peje Obrador, al que le copió la idea, se dio vuelo haciendo esas desmañadas chacoteras con la prensa durante casi todo el tiempo que fue jefe de gobierno del otrora DF. Y, dicho sea de paso, eso de Obrador resultó un exceso mediático, pues muchas de las veces, estas charlas insípidas, estaban vacías de contenido y relevancia y creo respondían más a la fuerte adicción que tiene Andrés Manuel por los reflectores y los titulares que a tener algo importante que comunicar.

Lo que si es cierto también, es que las conferencias de prensa del ex jefe de gobierno le amargaban el desayuno, la comida y hasta la cena al atolondrado aquel que dejó a su mujer y sus hijastros gobernando, mientras él se paseaba por todo el país, supuestamente de gira de trabajo. El pleito es viejo entre el Peje lagarto y el chiflado de Fox. Ambos siguen dando mucho de qué hablar.

Pues les decía, mis escasísimos lectores, que la campaña no le va pintando bien a Ricardito, cuando menos no en ese oráculo indescifrable que son las encuestas. El tabasqueño, anda muy quitado de la pena recolectando simpatías y haciendo alianzas por aquí, regañando por allá, ofreciendo a este, reconviniendo a aquel y todo parece indicar que está muy confiado en que la magia del poder, lo dejará llegar a vivir en Palacio Nacional.

 Entre los fantasmas que vienen persiguiendo a Ricardín, en su carrera por sentarse en la silla presidencial, está el truculento modo en que obtuvo la candidatura de su partido, el PAN, a la presidencia de la república y que culminó con la salida de Margarita Zavala, quien lo acusó de orquestar un dedazo simulado. Y ya como candidata independiente, ella lo persiguió como si fuera la llorona desde el inicio de la contienda electoral hasta su renuncia, y de paso lo despreció negándole además el voto de sus simpatizantes. Así de dolida está la Margara con aquel que la obligó a salir del paraíso panista con todo y su maridito.

El otro lastre que arrastra como grilletes de galeote el joven maravilla, es el de la acusación de lavado de dinero. Por más que ha tratado de conjurar a ese esperpento, este se le aparece en cada esquina. Y no es para menos, en esta historia de espantos, la empresa a la que le vendió Anaya su dichosa bodega es fantasma, según el SAT, lo mismo la “Fundación por más Humanismo”, creada en 2009 por él mismo para supuestamente “Fortalecer la conciencia democrática de los queretanos y su formación cívico-política”. Ese objetivo nunca se cumplió pues hasta la fecha no hay registros de actividad publica alguna, excepto la de haber servido para recibir en 2010 en la cuenta bancaria de la fundación un depósito de un millón 650 mil pesos de parte de un empresario; con esa cantidad nuestro “futuro presidente”, adquirió un terreno, que fue anteriormente propiedad del ayuntamiento, donde construyó un edificio que, en 2016, vendió en 7 millones 854 mil pesos.

Este monumental lío del lavado de dinero, es lo más parecido a un juicio en la Tremenda Corte de Tres Patines.

Ricardito, el hijo adoptivo favorito de Atlanta, cual, si fuera un ilusionista, entre nubes de humo y espejos brillantes aparece y desaparece argumentos, pruebas y razones, tratando de defenderse de las variadas acusaciones de lavado de dinero que se le imputan, en tanto le tupen parejo Meade y Obrador, señalándolo de disoluto, marrullero y otra linda retahíla de adjetivos igual de amables y considerados.

En lo que son peras y son manzanas, la joven promesa de México, ya no tendrá que madrugar a las conferencias mañaneras. Esperemos que le quede tiempo así para echarse otro tipo de mañanero.

Digo, mientras lo dejen sus fantasmas.

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