La cara B / ¿Merece la pena el riesgo?

Los promotores de Minera la Pitalla, que basan la viabilidad económica de su proyecto en que siga sosteniéndose muy alto el precio del oro (que a su vez se sostiene  en que continúen las turbulencias financieras), vienen, como todos los anteriores,  con la misma canción de una mina de oro amigable con el medio ambiente, que todo su trabajo es sustentable,  y que significa una fuerte inversión para la zona.

Será el sereno, pero la realidad es que los únicos pueblos abandonados que tenemos en el Estado (y parece ser fenómeno a nivel mundial) son los que basaron su riqueza en  la actividad minera.  Mientras funciona, hay patrón minero, obreros e ingenieros. Cuando algo falla, y siempre algo suele fallar (a las pruebas me remito), luego luego se va el patrón minero, dejando tirados a obreros e ingenieros. Y claro,  también dejan la escoria. Y el agujero.

No hace falta ser graduado en economía en Harvard para saber que este tipo de actividades primarias son de temporal y poco creíbles. Tenemos en el Estado dos apuestas firmes: turismo y agricultura (cada día más orgánica), ambos fuertes empleadores; además tenemos grandes riquezas marinas, y un pasado comercial que podría relanzarse. ¿Para qué inventar el hilo negro?.

Mejor, si tan buenos inversionistas son, que inviertan en Canadá. Puede que incluso nosotros les ayudemos allá, dándoles la dirección en Vancouver de Napoleón Gómez Urrutia “Napito”, para que les haga un buen sindicato.

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