
Alrededor de mil personas asistieron el día de ayer a la premier internacional del documental “Los otros californios”, de César Talamantes, celebrada en el Teatro de la Ciudad. Desde funcionarios, pasando por artistas y mitos urbanos, hasta los propios protagonistas del filme, estuvieron presentes, casi llenando un teatro que contadas veces lo vemos a tope, salvo en graduaciones de escuelas orgullosas.
Los aplausos iniciaron antes que la película, con el fin de apresurar su comienzo. Parecía que todos estaban seguros de que verían algo bueno. Como toda risa esconde alguna fibra de agonía y toda tristeza es digna de una carcajada, “Los otros californios” transitó por la vía de la comunión y el reflejo, narrando la vida de aquellos que en nuestro Estado viven en La Soledad de los ranchos detrás de los cerros, como Las Ánimas que habitaban en los textos de Rulfo.
Teniendo como hilo conductor y metáfora de la propia vida de los rancheros, “La isla de un solo hombre”, historia alguna vez leída y reinventada por años en la cabeza de una de las mujeres viejas de los ranchos, historia narrada por ella para iniciar y finalizar el documental, éste se arma de distintas historias de personajes que comparten la vida del rancho en el desierto, y todo lo que eso conlleva, aunque en esta frase se lea fácil y pronto. Historias que parecen transcurrir en un tiempo rodeado de vacío, pero pobladas de magia cotidiana y profunda sabiduría.
El director comentó que la filmación fue “una verdadera aventura, llena de peripecias, de recuerdos, de problemas, de situaciones cómicas y otras insólitas”. Fue bastante breve, pero llevó muchos regalos: presentó a los personajes del filme, quienes fueron recibidos con duraderos aplausos. Quizá el personaje más esperado era Venancio Gómez, un simpático veterano que vivía en el desierto sosteniéndose de narrar historias, por insólito que parezca, un viejo sabio que supo capturar la sabiduría de la naturaleza y el cosmos, sin embargo el cuentacuentos del desierto falleció el invierno pasado, y en su memoria un minuto de aplausos le fue concedido.
Después de la función el público fue recibido con más sorpresas en las afueras del teatro: agua de Jamaica, bocadillos e “Impacto Norteño”, banda de Santa Rosalía que es parte de la música de la película y ameniza fiestas en esos ranchos donde un baile puede definir la vida.