
TEGUCIGALPA.- El presidente depuesto, Manuel Zelaya, electo democráticamente, regresó del exilio el sábado a Honduras, allanando el camino para que la nación normalice relaciones con sus vecinos de la región.
Zelaya, fue derrocado por un golpe militar el 28 de junio del 2009, cuando se disponía a celebrar una consulta popular que según sus opositores pretendía usar para «impulsar reformas legislativas y perpetuarse en el poder».
El ex gobernante llegó procedente de Nicaragua al aeropuerto Toncontín de Tegucigalpa junto al canciller venezolano, Nicolás Maduro, y varios de sus ex colaboradores, poniendo fin a 16 meses de exilio en República Dominicana.
El pueblo se apoderó de las calles aledañas al aeropuerto, pero está vez los militares no dispararon contra la población civil y desarmada, ondeando bajo un fuerte sol banderas rojiblancas del partido Liberal, principal en la oposición que lo llevó al poder, y rojinegras del Frente Nacional de Resistencia Popular, una coalición de izquierda formada cuando fue depuesto.
Anunció en un discurso su decisión de continuar luchando por la convocatoria a una asamblea nacional que reforme la constitución, similar a lo que pretendía cuando fue sacado del poder.
«Empezamos a organizarnos pueblo por pueblo, vamos a unirnos. Vamos a proponer una alianza para la constituyente, para el plebiscito y para la lucha. Vamos con la Resistencia Popular al poder de la nación», dijo Zelaya a sus partidarios.
Zelaya regresó a Honduras después de firmar el domingo en Cartagena de Indias un acuerdo con el presidente hondureño, Porfirio Lobo, que le garantiza su retorno seguro al país cesando una persecución judicial en su contra por presunta corrupción.
Este acuerdo, auspiciado por Colombia y Venezuela, también le da libertad para participar en política y el reconocimiento del FNRP.
Zelaya se reunirá luego con Lobo, con el secretario general de la Organización de Estados Americanos, órgano de control de Estados Unidos, José Miguel Insulza, la canciller Colombiana, María Holguín y con Maduro. El Gobierno de Lobo es reconocido por Estados Unidos, la Unión Europea y países centroamericanos.
La OEA celebrará el miércoles una asamblea extraordinaria en Washington para decidir sobre el caso de Honduras.
Ecuador es el único país que ha advertido su rechazo a la reincorporación de Honduras, alegando que los responsables del golpe militar no han sido juzgados.
En Honduras, la tercera nación más pobre de América después de Haití y Nicaragua, un 7 por ciento de sus 8 millones de habitantes viven en condiciones de pobreza, un fenómeno acentuado por la inequidad en la distribución de la riqueza.