Ahora resulta que Ernesto Coppel Kelly, el que quiere el Principado de Montecarlo en Cabo San Lucas, el dueño y Señor del Faro Viejo, el que impide el acceso de la población a sus playas, el poderoso líder del grupo de los ocho de Los Cabos (no el G-8), se atreve a afirmar ante Gloria Guevara, la Secretaria de Turismo, que nosotros, en peninsulardigital.com, estamos dañando la imagen turística de Los Cabos porque nos atrevimos a decir que hubo un asesinato en su Hotel Pueblo Bonito.
Pos, ¿qué hacemos con el muertito, Sr. Coppel? ¿Lo enfermamos de insolación? ¿lo intoxicamos?. ¿Lo resucitamos en plan ¡Lázaro!, levántate y anda?. A lo mejor si, a lo mejor el paisano de Ernesto Coppel-Kelly se regresó muy contento a Sinaloa sin que nosotros, ni los demás medios, nos enteráramos.
A lo mejor no le importa el muerto. Ha habido otros y nada ha dicho. Lo que le importa es que nosotros dijimos las palabras mágicas: asesinato, ejecución,y sobre todo, Hotel Pueblo Bonito.
El sinaloense Coppel está mal informado. No somos «los únicos» que sacamos noticias alarmistas. De hecho fuimos el último medio que informó acerca de la ejecución. Nos ganaron la nota en Colectivo Pericú, Tribuna de Los Cabos y el Sudcaliforniano. Lo único que nosotros aportamos a la noticia fue informar del asesinato ubicando al muerto, desde un etéreo «lujoso hotel de Los Cabos» a un aterrizado «Hotel Pueblo Bonito Rosé».
No señor Coppel, eso no mata ni destruye el destino. En todo caso habla de la mala suerte de tocarle un muerto a usted en su Hotel Pueblo Bonito Rosé, y del pésimo manejo hecho por su organización del desgraciado suceso. A lo mejor, un boletín de prensa aclarando los hechos hubiera restado importancia a la morbosidad generada por el intento de silenciarlo.
