Diana Cuevas
La percepción de la sociedad paceña frente a los sucesos ocurridos recientemente en Baja California Sur, como la captura de importantes capos del narcotráfico y asesinatos de jóvenes en bares nocturnos, apunta a la perdida de la tranquilidad de los sudcalifornianos.
“La Paz está transformada. Ellos (el gobierno) la hicieron así, y la sociedad no quiere abrir los ojos. No ejercen su trabajo como debiera ser. Deben ser más honestos, de cara al pueblo, no deben andar con mentiras.” –dice Don Héctor, casi sexagenario, mientras barre las hojas secas de la escuela de la que es intendente con las mismas ganas que hace 25 años. Espera jubilarse pronto.
Fabricio Núñez, estudiante, ha notado que hay un aumento de policías en la calle. “A los jóvenes los revisan a cada rato, con violencia y abuso de autoridad, porque no conocen sus derechos.” Y agrega: “A uno le preocupa que intervenga el ejército y se establezca un gobierno militar. Habría problemas con los jóvenes, por la forma de pensar y vestir.”
“No es la misma cosa, antes no se escuchaba que mataran gente. Sólo en Sinaloa, allá hay más mafia que aquí. Aunque tal vez ya se están emparejando”, señala Isaac Verdugo padre de familia quien recientemente llegó de Sinaloa a La Paz para trabajar como ayudante de construcción porque “aquí hay más jale, y quiero que mi hija viva una vida mejor”.
En las afueras de un conocido centro departamental, Isabel Hernández de 77 años y vendedora de pan comenta: “Antes vendíamos muy bien, la gente ya no tiene dinero. Aunque quieren comprar, no compran. El único cambio que ha habido es para ellos (gobierno), que están súbele y súbele a los impuestos sin compasión. (Nosotros) no tenemos nada.”
En este escenario, donde “la gente debe tener más cuidado al elegir a sus gobernantes, y lo bueno que hay en el estado hay que cuidarlo”, según Don Héctor, transcurre la vida de los más de trescientos mil habitantes de la ciudad de La Paz, y lo más de quinientos mil habitantes del estado, que hacen lo único que saben hacer todos los días afanosamente: trabajar.