Erik Iván Murillo Mendoza
La iglesia católica se ha visto envuelta en varios escándalos a lo largo de su longeva vida, pero sin duda lo que hoy está en boca de todos son las denuncias por pederastia en disintos países europeos. Informes argumentan que hay alrededor de 35000 casos de abusos contra menores entre el año de 1930 y 1990 por miembros de clero.
Lo más lamentable de la situación es que estos personajes de la vida pública representan y son líderes de fe de millones de personas en todo el mundo, las cuales rigen su vida mediante preceptos poco flexibles, drásticos y flagelantes.
Los padres se escandalizan y pegan el grito en el cielo cuando se habla del condón como método efectivo para combatir el SIDA, condenan a los homosexuales y funcionarios públicos que apoyan las bodas gays y las adopciones homoparentales, y la neurosis les llega a la cabeza cuando una mujer decide abortar, pero como buena zorra, nunca ha volteado a ver su cola, su larga cola; no sabemos si por temor a descubrir que es mucho mas larga y chamagoza que la de otras instituciones o por simple miedo a la tortícolis.
La iglesia católica en México ya se ha pronuncionado en contra de estos vergosozos hechos que dejan entrever la debilidad de la carne de nuestros honrosos padres. Obviamente la institución religiosa salió con sus declaraciones ambiguas en donde como ministerio público de México aseguró que se hará justicia. El padre Maciel es sólo un pequeño ejemplo de las atrocidades que se llegan a cometer dentro de la religión católica, y aunque no podemos generalizar diciendo que todos los sacerdotes son así, si podemos medirlos con la misma vara que usan para condenar nuestros pecados.
Lo gracioso es que aquí en La Paz andan mujeres pertenecientes a parroquias de la ciudad haciendo encuestas referentes a la percepción que tiene la comunidad respecto a la iglesia, cuando en sus narices tienen la respuesta. La encuesta va totalmente enfocada a saber el porque de la poca asistencia de las personas a los templos; la preocupación es grande, ya que la gente no les cree nada y el negocio del diezmo ha ido en decremento durante los últimos 2000 años.