Ni la versión judicial ni la prensa local, habían delineado el perfil del presunto asesino. Ahora sabemos por Zeta- en el recuadro La buena vida, recoge datos de la página de Facebook de Gary Gaines-que era un junior «forrado de dinero, grosero, prepotente y con una corta vida dedicada al alcohol y la parranda (…) fan de Diego Santoy Riveroll, conocido como el Asesino de Cumbres, acusado de intentar matar a su ex novia Erika Peña Cross, y acabar con su hermanitos en una zona rica de Monterrey, Nuevo León».

Gary acababa de cumplir 19 años el pasado enero, y «después de huir a Estados Unidos, la protección que gozó para evadir la justicia (…) le dieron(sic) la ligereza para ingresar a la red social desde EU el día siete de marzo, para dejar en su muro para amigos y amigas: La confianza de más, siempre los lleva a la traición».

Pero el dato duro que puede despejar las dudas sobre el origen de la orden de liberar y proteger a Gary en su huida, es el de la identidad del padre del presunto asesino: «Gary Gaines Santos o Bruce Santos, un empresario que, según colaboradores cercanos de Narciso Agúndez Montaño (empieza la infalible desbandada de fin de sexenio), hizo aportaciones importantes para su campaña política..»

El perfil criminal de los involucrados en el crimen, lo cual en cualquier verdadero Estado de derecho sería determinante como abono de la prueba circunstancial, queda plenamente delineado con la semblanza de la banda de Los Bebos…»Integrada principalmente con Carlos Alejandro Castro Castro, sobrino del ex presidente municipal de La Paz y hoy flamante diputado federal del PRD, Víctor Castro Cosío, alias El Puchas, los hermanos Emilio y Braulio Gonzále Rubio Cerecer, Gary Gaines Hidalgo, Eder Méndez Márquez y Alejandro Martínez Manzano, alias El máquina, entre otros…»

Entre «las múltiples denuncias penales que pesan sobre estos jóvenes por los delitos de lesiones, robo y extorsión«, Zeta recoge un caso en particular: el del robo de un arma larga tipo AR-15, calibre .9 mm, color negro, marca Colt,» robada por Alejandro Castro Cosío, y Carlos Alejandro Martínez Manzano, el pasado 4 de enero del interior de una patrulla de la Policía Municipal del Estado, frente a la clínica de Fidepaz, a donde los «narcojuniors» habían llegado a vengar la agresión sufrida por uno de sus amigos: Alejandro Angel Villarreal..»

El Bebo y el Máquina fueron detenidos, y «después de rendir su declaración (…) fueron informados oficialmente que no alcanzaban derecho a fianza por la gravedad del caso… Pero más tardaron en investigar el nombre de los responsables, que éstos en salir libres. El Juzgado.. reconsideró el caso y tipificó el delito como robo simple por lo que los narcojuniors pudieron salir libres bajo fianza y entrar de nuevo a delinquir y participar en el crimen del joven abogado Jonathan Hernández Ascensio».

Es decir, los juniors del narcisismo, ellos sí blindados contra la acción de la justicia, tienen licencia para matar. La reconstrucción del incidente que desembocó en el artero crimen, corrobora esta escalofriante realidad. Gary había empezado a despotricar contra los de las mesas vecinas. Se indignó porque un primo de JHA, le llamó la atención. Fue entonces que le dieron ganas de matar, y así se lo hizo saber a Héctor, quien le había recriminado su actitud, y a sus compinches: el arma la traía siempre en su morralito.

Conociendo la peligrosidad de Los Bebos, Daniel, hermano de Jonathan, le pidió que llamara a Antonio Avalos, amigo en común de ellos y de Gary, para que calmara la situación. Así lo hizo el joven abogado, y Avalos llamó al Bebo, a quien le pidió que calmara al potencial asesino, a lo cual el Bebo respondió de manera dubitativa: «Este wey anda muy encabronado, pero a ver qué puedo hacer…»

Como sabemos, nada pudo hacer el sobrino del Puchas. Siguiendo a Zeta, a las 3:45 de la madrugada, volvió a timbrar el teléfono de Antonio Avalos: » En esta ocasión era Emilio González Rubio Ojeda para presumirle y burlarse porque habían matado a Jonathan Hernández Ascensio: le partimos en su madre junto con su hermano y otro cabrón más que estaba con él, recordó Avalos que le dijo.»

¿Qué no estaba también herido Emilio, «Ingeniero»?

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