Perla T. García
La realidad en La Paz nunca había sido la pobreza, la calidad de vida del paceño promedio es mucho mejor que la de cualquier mexicano trabajador. Indagando listas del INEGI me topé con que es mínima la cantidad de ciudadanos que reciben menos del salario mínimo (7952 Habitantes reciben más del 50% hasta menos del salario mínimo, en cambio 41742 habitantes reciben más de 1 hasta 2 salarios mínimos)[1] Dice mi tata, que en la antigua La Paz toda la gente oriunda tenía «oficio y beneficio»(o sea, no había pobreza). Las familias se conocían, la mayoría eran paceños; los foráneos eran del «Valle», Santa Rosalía… Todo transcurría en una quietud formidable. No se veía gente pidiendo limosna. Nuestra lejanía nos resguardó de la mala vida y formó una sociedad “confiada” porque al no haber pobreza no hay necesidad de delincuencia.
Es en los 50´s cuando gracias a la apertura de “El ferri” pequeñas manadas de citadinos llegan con la esperanza de una vida mejor. Estas nuevas familias –cuenta la gente local- se asentaron en las periferias de aquél entonces (8 de octubre, Colina de la Cruz, Indeco)
Es cierto que hubo una pequeña oleada de robos, más nada que alterara la pacifica ciudad. Conforme pasaban los años seguían arribando los inmigrantes nacionales, los “nuevos vecinos” Mas hace apenas unos 20 o 10 años atrás, hemos sido parte del mentado desarrollo que ha traído consigo indigentes con todo y “chemo” que se han convertido en nuestras sombras ajenas, en las costras de un país herido. Comen de la basura cuando el hambre los agobia al dejar de funcionar la anestesia del resistol o el tinner. Ahora es más frecuente ver personas regadas en las calles pidiendo limosna, hombres afuera de los “OXXO” lavando parabrisas. Esta es la nueva realidad de La Paz: “Los nuevos Pobres”.
[1] INEGI, Población Ocupada por Municipio, Sexo y Ocupación Principal, Empleo y su distribución según ingreso por trabajo en Salario Mínimo. Censo 2000.